Acabo de escrutar mi interior en busca de respuestas y sólo he encontrado silencio, vacío, oscuridad y miedo.
He vagado por los tortuosos vericuetos de mi mente, totalmente ausente al efecto que estos devaneos provocaban a mi alrededor.
Mi corazón se queja, con razón, de que ignoro su voz con obcecada frialdad.
He llegado al precipicio del ego, caballeros, damas y demás. Y contemplando el turbulento fondo me sacude el vértigo, me atrapa la naúsea y me lapida la angustia de saberme tan cerca de la caída.
¿Cómo he llegado hasta aquí?
¿Acaso no habré estado siempre caminando por el borde y sólo ahora he vuelto la vista hacia el peligro?
La esperanza está en la luz, en la palabra, en el calor, en la confianza, en la renuncia a destacar, en la vulnerabilidad como gran fuerza, en la ingenuidad sin disfraz de estupidez, en permitirme también a mí lo que tolero a los demás.
¿Acaso no está bien ser yo?
Sólo yo.
Yo solo.
Yo
Solo
¿Quién está ahí?
parece ser que las respuestas llegan cuando no se pregunta directamente cuando ya noexiste enl ansia desesperado. eso creo, o esa es mi experiencia
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