jueves, 25 de diciembre de 2008

Por Shackleton

Ya sé que muchos de vosotros sabeis quién fue Shackleton y qué tuvo de especial su vida. Pero para todos aquellos que lo desconocen, y para los que deseen rememorar la odisea del Endurance, desde aquí, y haciendo honor al sobrenombre que escogí para representarme, quiero dar la oportunidad a todos de repasar su histórica epopeya. Se trata del testimonio de supervivencia más apasionante, épico y maravilloso del que he tenido noticia.

Ernest Shackleton fue un explorador anglo-irlandés nacido a finales del siglo XIX y especializado en las rutas polares. Fue uno de los pioneros en la exploración de la Antártida, pero Amudsen se le adelantó en la conquista del Polo Sur. Así que planificó con sumo detalle una expedición que partiría en barco de Inglaterra en agosto de 1914, para fondear en la bahía Vahsel (en el mar de Wedell) y llegar con perros tirados por trineos al Polo Sur. El nuevo reto sería continuar cruzando la inmensidad blanca hasta aparecer en el lado opuesto del continente: el mar de Ross.

Para esta ambiciosa expedición trans-antártica contrató a los hombres más rudos que pudo encontrar atrayéndolos con el siguiente anuncio:«Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito». Es asombroso que con semejante reclamo acudieran voluntarios. Pero los hubo de sobra. El texto fue profético, como pronto tendrían ocasión de comprobar.

El Endurance quedó atrapado entre los hielos en movimiento del mar de Wedell, antes de que pudieran acercarse siquiera a tierra (hielo) firme. La presión de la masa helada sobre la quilla del barco forzó que su tripulación cogiera todo lo indispensable y abandonara la nave, que acabaría hecha añicos. Hombres y perros permanecieron a la deriva sobre la banquisa durante meses, protegidos tan sólo por algunos tablones y el bote salvavidas. Shackleton bautizó al rudimentario campamento como "Paciencia"; y la tuvieron que practicar durante todo un año.

Sobre el hielo, fueron aliméntandose con las provisiones y ocasionalmente con pingüinos y focas. Finalmente, fueron sacrificando los perros. Las condiciones eran durísimas, pero Shackleton nunca permitió que cundiera el desánimo y jamás rehusó ser el primero en hacer el trabajo más desagradable.

Con ellos también viajaba Frank Hurley, un fotógrafo y operador cinematográfico australiano. Frank tuvo el coraje de sumergirse en las aguas heladas y nadar hasta su camarote. Así pudo recuperar la mayoría de planchas de fotos, que han quedado como el único documento visual de tan memorable empresa.

Tras esos largos meses, a merced del capricho de las corrientes, decidieron abandonar el hielo, que los iba alejando de la costa. Los 28 hombres se metieron en el bote y alcanzaron tierra por vez primera en 16 meses: la isla Elephant. Pero aquel lugar estaba deshabitado, expuesto a violentas tormentas, y lejos de las rutas navales. Shackleton decidió que tendrían que buscar ayuda para que alguien acudiera a rescatarles. Se embarcó con cinco de sus mejores hombres para una travesía suicida de 800 millas por el oceáno más inhóspito y bravo del planeta. Se trataba de llegar hasta las islas Georgia del Sur, donde había una explotación ballenera permanente.

Pocas veces la admiración por la voluntad humana es tan relevante como en esta ocasión. Todavía hoy asombra que aquellos hombres, debilitados por meses de penuria y sin aparatos que les marcaran la ruta, consiguieran llegar a donde se habían propuesto trazando el rumbo con las estrellas en un bote de apenas cinco metros de eslora. Alucinante. Pero la aventura no había concluído... aún.

Los seis llegaron a la isla Saint Peter, de las Georgia del Sur, pero se hallaban en el extremo opuesto al puerto ballenero. Tendrían que atravesar a pie el montañoso, helado e inexplorado corazón de la isla. Tres de sus hombres se quedaron en la costa, demasiado exhaustos para semejante paliza. Shackleton y sus otros dos compañeros realizaron la proeza en 36 horas de marcha sin descanso. El propio Ernest confesó que en todo momento sintió que había una cuarta persona incorpórea caminando con ellos. El 20 de mayo de 1916 llegaron al puerto de Stromness.

Lo primero era rescatar a los tres compañeros rezagados al otro lado de la isla. Pero llegar hasta los 22 hombres restantes no fue nada sencillo. Tras tres intentos infructuosos, abortados por la salvaje fuerza del oleaje, consiguieron alcanzar la isla Elefant a bordo de un pesquero cuatro meses más tarde. Asombrosamente, todos seguían vivos. La tripulación completa pudo volver a casa.

Shackleton consiguió una proeza mucho mayor que la travesía trans-antártica: mantuvo con vida a toda la tripulación en las peores condiciones imaginables y los trajo de vuelta a Inglaterra. Es lógico pensar que todos habrían sido recibidos como héroes. Pero después de dos años, y en medio de una guerra mundial, casi nadie deparó en su regreso. Afortunadamente, la historia ha quedado registrada para el asombro de todas las generaciones venideras.

Lo que contempló Shackleton le espeluznó profundamente. El mundo que había conocido ya nunca volvería a ser el mismo. Los horrores de la guerra y el capitalismo salvaje destrozaron los códigos de honor decimonónicos y mancillaron la inocencia de la humanidad. Shackleton toleraba peor esa desesperanza que la terrible naturaleza del hielo. En 1921, zarpó para una nueva expedición antártica y atracó en las Georgia del Sur, a la espera de las mejores condiciones para proseguir viaje. La noche del 5 de enero de 1922 falleció en la cama, de un ataque al corazón. Allá permanece enterrado.

Honremos desde aquí su memoria.

Por Shackleton!!!



5 comentarios:

  1. Joder, Shackleton, espero de verdad ayudarte a alcanzar las islas Elefant con menos esfuerzos que tu predecesor. Que las hazañas de los héroes están bien para escucharlas, no para vivirlas.

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  2. Gelooooo que lindo! Obrigada por me presentear com esse relato maravilhoso, beijos em teu coraçãoooo. te adoro te adoro te adoro....

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  3. Si ya os lo decía; que sentía frío; MUCHO FRÍO.

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  4. Gelo, y por qué te ha dado por Shackleton?? Al fin y al cabo no consiguió nada. Cierto, fue noble y honesto al volver a por su tripulación pero...sólo por eso??? Porque además era explorador... Por lo sonoro de su nombre?? Te habría gustado estar en su piel???

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  5. No estoy de acuerdo en que Shackleton no consiguiera nada. Si eso fuera así nadie le recordaría.

    Me parece el último héroe al estilo antiguo, impulsado por un aliento romántico. No fue un triunfador en el sentido en el que se entiende en esta sociedad, pero supo salir triunfante de unas condiciones absolutamente terribles. Para mí es un ejemplo positivo de lo que puede conseguir la voluntad humana, que va mucho más allá de ser el primero en lograr algo o alcanzar un record Guiness.

    Y el nombre Shackleton me encanta, suena fantástico. Me hubiera encantado vivir esa aventura y salir vivo para contarla y recordarla. Quizás ya estemos embarcados en una odisea similar, pero aún no seamos conscientes.

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