lunes, 23 de febrero de 2009

A freir espárragos


Mis caminatas matutinas me han aportado un nuevo y suculento aliciente: la caza de los espárragos silvestres. Bajo este agradable solete mediterráneo; con la primavera ganándole terreno a los rigores del invierno; tras unas jornadas de lluvia suave e insistente; la tierra nos brinda uno de sus productos más humildes y prolíficos. Y es que, ¿quién puede ignorar esa saeta verde que destaca sobre la maleza?¿Quién puede pasar de largo y no cortar el tallo con un leve golpe de muñeca que produce un irresistible crujido?
Cuando mi mano sujeta el primer espárrago ya sé que no habrá vuelta atrás. No puede ser que se quede solo. Hay que coger al menos la cantidad que permita una tortilla... Y ya me teneis rebuscando entre ramas llenas de pinchos, arañándome las manos; bajando por terraplenes para arrancar los ejemplares que me llaman; maldiciendo a todos los domingueros que se me adelantaron y robaron los más hermosos; perdiéndome entre los pinos para hallar rutas secretas jamás holladas por mis competidores; adoptando posturas en precario equilibrio entre las chumberas; extasiándome por recoger una docena en un rodal vírgen; y comprobando, con orgullo, que mis dedos ya casi no pueden abarcar el perímetro del manojo.
Mucho se habla de los que recogen moras u otros frutos silvestres; de los que salen a buscar caracoles tras una buena tormenta; de los que amaestran un cerdo para encontrar trufas; y los aficionados a las setas tienen incluso su propio programa de televisión en Catalunya. Pero yo quiero reivindicar la recolecta del espárrago como el más auténtico deporte de disfrute primaveral.





martes, 17 de febrero de 2009

Inmolado y seco


Andrés Greco no podía concebir Segovia sin Juliette. Su figura se había fosilizado en las piedras de la ciudad y en la mente de Andrés. Su recuerdo permanecía envasado, como un alimento liofilizado a la espera del agua que le devuelva la vida y su volumen anterior. Andrés sabía que el sabor ya no sería el mismo; habría perdido propiedades. Se sabía egoista por detenerse en Juliette aquélla; en Juliette entonces; en Juliette mojada en las mismas sábanas. Se sabía egoista por absorber cualquier posibilidad de Juliette después de Juliette, y del teléfono sonando en el estudio.

Raquel consideraba estúpida esa idea; el precipitado traslado a Sebastopol; la extraña decisión de Andrés, que le mantenía en paradero secreto. Aunque lo que más la incordiaba era la impotencia pintada en la cara de Juliette; el temblor de los labios; su semblante húmedo todavía por Andrés; su oído aún pegado al auricular. Raquel podía imaginar esos pitidos de indiferencia taladrando a Juliette; empujando a sus rodillas a doblarse sobre la moqueta de aquel sábado. Todavía Andrés, a pesar de todo; a pesar del sábado.

Para Andrés, Sebastopol era sólo un sinónimo de ninguna parte, que hacía más imperiosa la necesidad de regresar a Segovia. Pero Segovia sin Juliette no. Segovia la opulenta, el lluvioso nido de guitarras, ya no. Ahora delgaduchos flecos de imágenes trituradas por el sábado; caídas en la moqueta. Segovia con Juliette, la otra Juliette, no merecía la pena ser Segovia. Por eso Sebastopol; por eso ninguna parte; por eso Juliette ya no.

La tabla del desayuno descansaba sobre Andrés. Andrés sin descansar, sin desayunar y sin Juliette (si al menos Juliette), espiaba en picado todos los detalles, permanentes y efímeros, de su campo visual. No había nada en aquella gente, en aquella calle, en aquella ciudad, que fundiera mente y manos en un firme propósito de formas y colores. La inspiración que conseguía no era más que la escuálida sombra del pincel sobre el lienzo. De todos modos, forzaba a sus ojos a perseguir unos panes, refugiados en la abundancia sudorosa de esa señora, que corría tras el 22. Con sólo la luz de la luna, los obligaba a prenderse del escote de la Chupá, mientras descendía hacia la ventanilla del Audi. Las promesas de ese escote serían tan poco románticas como el nombre de la propietaria: Leofilio. Andrés había visto materializar sus promesas. Las había probado las veces suficientes para escuchar Leofilio; las veces suficientes para escuchar a Leofilio cantando las Grecas en la ducha; las veces suficientes para saber que su sueño era la Acrópolis, y su pesadilla los niños de Etiopía; pero no las necesarias para que ella supiera que los sueños y pesadillas de Andrés sólo admitían un nombre.

Como pintor de historias estaba acabado. En Segovia (la de Juliette) siempre tuvo la certeza de que, con la estilográfica o las teclas, podía dar forma a las fantasías más barrocas, a las realidades más certeras, a las abstracciones más insensatas... No existían barreras, ni temor a la sequía. Los temas podían ser finitos, pero las formas de abordarlos no. El voluntario exilio en Sebastopol había anulado la creatividad, le había llevado a la ventana; a la socorrida búsqueda del drama cotidiano. Antes una mirada era la música de una oda; una sonrisa la materia de una cuento; una palabra la trama de una novela; y una conversación sobre comida aeronáutica habría provocado una saga sin equivalente alguno. Ahora apoyaba sus codos en la cama de Leofilio la Chupá; y apoyaba sus excusas en conseguir confesiones ajenas, que esbozaran algo más que bocetos en las páginas que sólo había llenado con Juliette.

Andrés era incapaz de existir en Sebastopol. Acabaría siendo inAndrés; su propia negación. Tendría que hacerse a la idea de que disfrazar Segovia de Sebastopol no iba a servir de nada. Tendría que admitir sábado, Raquel, moqueta y Juliette. Tendría que contestar al teléfono. Tendría que hervir su silencio con las palabras quemantes de Juliette.

- Perdóname, pero también la quiero.

sábado, 14 de febrero de 2009

Regalo para enamorados


Mi amor es libre
Y te deja libre
Mi amor no ata
A ninguna jaula
Mi amor es limpio
Y no deja mancha
Mi amor es un refugio
Mi amor es una casa
Mi amor siempre es completo
Aunque lo noto creciendo
Mi amor palpita a cada paso
Y se mantiene ligero
Mi amor no tiene excusas
Ni tiene peros
Ni tiene aristas
Mi amor se renueva al alba
Y no muere nunca
Mi amor se agita
Mi amor se expresa
Mi amor adora el silencio
Y reverencia la palabra
Mi amor te ama
Mi amor te sueña
Mi amor te llama
Mi amor te inventa
Mi amor seguirá vivo
Más allá de esta existencia

¿Y tú
mi amor
cómo me amas?

lunes, 9 de febrero de 2009

La niña del roble


¿He visto a una niña en mi jardín o me lo he imaginado? Me ha parecido que se dirigía al viejo roble.

Pues sí, ahí la tengo arrodillada sobre el césped, frente a las raíces emergentes del árbol. Parece que hable con las setas que han crecido en la base. Estará jugando a los gnomos o a los pitufos.

¡Vaya! ¿Quién llama ahora?

- ¿Sí? ¡Ah, hola Ana!

- No, no me había enterado.

- No, Ceferino no se ha pasado por aquí. ¿Ha ocurrido algo malo?

- Espera, luego me lo cuentas que llaman a la puerta.

- Vaya. Hola Ceferino. ¿Vienes en misión oficial o a tomarte el café?

- ¡Gracias, Luisa! Un café nunca es incompatible con estar de servicio.

- Bueno. ¿Me vas a explicar qué es lo que ocurre?

- Claro Luisa. ¿Puedo coger una rosquilla? Ha densamparecido lo hijon do lo Gozalecuadro.

- ¿Cómo? Acaba de tragar, anda.

- Perdón. Decía que ha desaparecido la hija de los González Cuadras: Laura.

- ¿Los González Cuadras? ¿Son del pueblo?

- Bueno, Iñigo González es hijo de Lorenzín, el del molino. Se fue a la Argentina, allí se casó, tuvo una niña y ahora vive en Madrid. Es la primera vez que su mujer y su hija visitan el pueblo.

- ¡Ah! Así que eran ellos los forasteros que estaban con Lorenzín. ¿Y dices que la niña ha desaparecido?

- Hace tres días. Sus padres me han dejado esta foto. Llevaba un vestido azul clarito con pequeñas margaritas blancas.

¡Madre mía! Si es la niña de mi jardín.

- ¿Te suena su cara?

- Sígueme al jardín, Ceferino.

¿Cómo puede llevar tres días desaparecida, si estaba la mar de lozana y tranquila? Seguro que era ella. Jugaba como si nada junto al roble. Ahora no la veo. ¿Se habrá escondido?

- Luisa, ¿qué querías enseñarme?¿Tus rosas nuevas? Son magníficas, pero aún me quedan doce casas del concejo por visitar.

- ¡LAURA!¡LAURA! Sal, cariño. No vamos a hacerte daño.

- ¿Crees que puede estar aquí?

- ¡LAURA! Te juro que hace cinco minutos estaba ahí delante. Debe haberse asustado.

- ¿La has visto?¿Qué aspecto tenía?

- Llevaba el vestido que me has dicho, unas sandalias granates y una cinta a juego que le recogía el pelo en una cola de caballo. Estaba aquí agachada; entre las raíces. Jugaba tan tranquila.

- Todo lo que me cuentas coincide con la descripción que me han hecho sus padres. Pero me parece un poco raro que esté jugando tranquilamente en un jardín desconocido después de pasar tres días fuera. Tiene siete años. Es demasiado chica para escaparse de casa. Quizá se haya dado un golpe y no recuerda dónde tiene que ir.

- Puede. Pero debería sentir miedo si todo lo que la rodea le es extraño, ¿no crees? Debería tener hambre y frío por la noche. Ha pasado fuera dos noches, ¿no? Y la primera de ellas llovió. En algún sitio debe haber buscado refugio. Es posible que se cobijara de la tormenta en alguna casa y la retengan contra su voluntad.

- ¿Y qué hacía entonces en tu jardín?

- Se habrá escapado de sus raptores. ¡LAURA!

- Claro. Escapa y se pone a jugar en tu césped en vez de pedirte ayuda.

- Lo siento. Tú eres el policía y no te he dicho más que tonterías.

- Aún no sabemos qué ha pasado. No descartes ninguna tontería.

- Te juro que estaba jugando aquí mismo. ¿Me crees, verdad?

- Por supuesto, Luisa. Precisamente tú no bromearías con algo así.

- Su madre debe estar pasando un infierno. Espero que todo acabe bien.

- Si la has visto, la encontraremos. No puede estar muy lejos.

- La he visto. Te lo juro por mi hija Clara.

- ¿Todavía piensas que puede aparecer?

- Sólo espero que Laura no corra la misma suerte.

No. No puede suceder algo así otra vez. Es demasiado horrible.


sábado, 7 de febrero de 2009

Esperanza primaveral en Quartons


Hace ya algunos días que la primavera conspira suavemente para acabar con la fría tiranía del invierno. Las señales son variadas, y no tienen nada que ver con la publicidad de moda de los grandes almacenes. Me refiero a manifestaciones de la naturaleza mucho más sutiles;



como la proliferación de mariquitas en los campos;



las sombras menos negras y más marcadas;


los almendros floridos y las primeras amapolas;

la conciencia de que los días son perceptiblemente más largos;

el disfrute de unas cañas en una terraza de la playa;

la aparición de una abubilla en un recodo del camino;

y ese olor indefinible que asociamos a la promesa de renacimiento, regocijo, belleza, vitalidad, alegría y sana locura que es la primavera.


Es este un momento mágico, que todos los agricultores tienen muy en cuenta pues marca el inicio de la siembra. Todo lo que ha de crecer este año, empezará a hacerlo ahora.


Este sábado se ha celebrado el día del árbol. En todos aquellos sitios donde la nieve lo ha permitido, miles de voluntarios han escapado de sus rutinas urbanas para empuñar una azada y pintarse las uñas de tierra.


Aquí teníamos una cita en el ullal de Quartons con los amigos de la Colla Verda y la gente de Acció Ecologista Agró. Un ullal es un surtidor natural de agua, algo así como una fuente sin canalizar. Los socios de Agró decidieron comprar con simbólicas participaciones una pequeña parcela junto a las lagunas (estanys) de Almenara, aunque ya en el término municipal de La Llosa. Una excavadora fue sacando tierra y piedras hasta que dio con los puntos de infiltraciones hidráulicas. Y las heridas abiertas al suelo se fueron llenando de un agua clara y limpia.

El plan es crear una micro-reserva para anfibios en la que se pretende reintroducir al tòtil, o sapo partero, que llena las noches de verano con su evocador y bucólico croar. Y para que su nuevo hogar sea de su agrado primero hay que acondicionarlo.


Así que, allí nos hemos juntado unas cuarenta personas para plantar olmos junto a unos especialistas botánicos de l’Albufera, que han traído plantones de vegetación acuática característica de la zona: lirios, eneas...


La excelente organización y el emprendedor entusiasmo de los presentes, hizo que toda la operación culminara en apenas hora y media. ¡Y los árboles ya disponían de su sistema de riego por goteo!

La cervecita fue el digno broche a una jornada que anticipa la deseada primavera.
¡Brindo por ella!


viernes, 6 de febrero de 2009

Yedai


Yedai me mira pidiendo atención.
Es hora de acariciarle el lomo, hacer pinza en la base de la cola y de darle unas palmaditas en el muslamen.
Ella, satisfecha, responde graciosamente con un maullido revestido de ronroneo.
Si el teléfono suena e interrumpo mis cariños, se eleva una clara protesta. Incluso se apoya en mi muslo para que no pueda ignorarla.
Los mimos son sagrados.
No hay nadie más fiel para acompañarme todas esas horas que me siento ante la pantalla del portátil.
Le he preparado un rincón junto a la estufa. Está levemente elevado y tapizado por una toalla vieja de gimnasio.
Si entendeis mínimamente de gatos, sabreis que es poco menos que un paraíso invernal.
De vez en cuando tiene ganas de acción. Todo está previsto. Até un cordel al tirador del cajoncito que hay mi diestra.
Ella se planta a un lado, con sus ojazos bien abiertos, y espera.
Para mayor diversión, acabo de añadir algo irresistible: el ruidoso envoltorio de un caramelo.
Éxito total, la Susu (así la llamo cariñosamente) se levanta, apoyándose en sus cuartos traseros y golpea con su zarpa el juguete, que yo muevo y elevo, balanceo y hago girar.
De repente, consigue atrapar la extraña mariposa plástica y la muerde brevemente para hacerla sonar.
Y cuando se aburre, pues a su camita. Sólo la deja cuando me ve meterme bajo las sábanas. Ese es el mejor momento del día para ella, pues estoy a su misma altura. Tanto disfruta con las caricias, que busca con su cabeza mi mano si no la pongo sobre ella. Sólo tras unos minutos accede a enroscarse plácidamente entre mis piernas o en mi regazo. Y ahí se queda hasta que me levanto.
Cualquier día empezará a venir conmigo a caminar.
Cosas más raras se han visto.

martes, 3 de febrero de 2009

Geografía de la arena


La arena es la esencia del tiempo.
Es tiempo en estado sólido.



Cada grano representa
el desgaste de la roca
a manos de agua, sol y viento.


La danza de la marea
y la brisa sobre la orilla
escenifica
en cada embate
la lógica del caos
que creó el universo.


La luz otorga
a las partículas apropiadas
el destello efímero
y lejano
de las estrellas.


Las nubes de espuma
se arremolinan
en su lengua salada.


El mar agita su cabello
sobre la piel de la costa
y regala todo un catálogo
de accidentes geográficos
en miniatura.


Ríos
istmos
lagunas
islas
meandros
y un laberinto de canales
se conforman
y se deshacen
sin que ningún mapa
registre su contorno;
sin que nadie
les otorgue un nombre.


Las conchas de las almejas
son ahora el hogar
donde se entierran
sus congéneres.


Los paseantes ensimismados
trazan carreteras intermitentes
que serpentean solas
o intentan ser paralelas.


La huella del hombre
es aquí inofensiva
y gratamente perecedera.


Mi propia silueta
deposita su oscuridad
en la duna
y mi espíritu reposa
explorando la playa.

Si quereis ver la serie completa: http://picasaweb.google.es/angel.bereje/GEOGRAFADELAARENA