lunes, 27 de diciembre de 2010

Mestizaje musical

Una de las cosas hermosas y positivas que nos ha proporcionado el fenómeno de la globalización ha sido la mezcla de maneras de expresar la música muy distantes geográficamente, pero fuertemente cercanas a la hora de transmitir eso que sólo la melodía y el ritmo son capaces de evocar. Gracias a los avances en la telecomunicación (internet, telefonía móvil, televisión por satélite) y a la relativa facilidad para recorrer grandes distancias con los transportes modernos; el mundo se ha ido haciendo cada vez menos misterioso y más estrecho. Se acabaron los tiempos de los grandes exploradores y aventureros, que recorrían territorios ignotos para contactar con culturas extrañas, que asombraban y horrorizaban con sus costumbres a los pacatos occidentales. Sin embargo, la curiosidad por lo desconocido, y la magia que puede nacer del encuentro entre dos culturas, ha sobrevivido a la Coca-Cola, la CNN, el fútbol y los documentales de antropología/reality.

Sería más correcto decir que el mestizaje de culturas es tan antiguo como la propia cultura humana. Nuestros ancestros nómadas recorrían el planeta siguiendo a los animales que cazaban y se encontraban con otros grupos con los que no siempre luchaban, si había alimento para todos, pues con la colaboración entre ambas partes se podían abatir presas más grandes como un mamut. Con el estómago lleno, ambas tribus danzaban alrededor de la hoguera celebrando el éxito de su trabajo en común e intercalaban sus propias canciones y narraciones de su hazaña.

Con el descubrimiento de la agricultura el hombre se convirtió en sedentario. Así aparecieron las primeras ciudades y civilizaciones en torno a los valles del Nilo, el Tigris/Eúfrates, el Indo y el Yang-Tsé. La vida urbana permitió el florecimiento de todas las artes y también de la música. El excedente de productos propició la aparición del comercio y la apertura de rutas comerciales con otras ciudades, como la ruta de la seda, que también servían como un canal para intercambiar historias y canciones.

Empezaron a fabricarse cosas bellas, pero superfluas, innecesarias para vivir, y eso atrajo la codicia de los que se empeñaron en acumularlas. Los grandes imperios crecieron y se expandieron en un contínuo flujo de guerras, conquistas y convivencia pacífica entre los pueblos originales y los invasores, antes de empezar con un nuevo ciclo de decadencia, devastación y nueva conquista. La historia humana está repleta de ejemplos que ilustran todo esto. Lo importante es que la cultura propia se enriquecía con el contacto de otras ajenas. ¿Qué sería de nuestra propia cultura sin la invasión árabe? ¿Existiría el flamenco, por ejemplo? ¿El imperio romano hubiera sido tan inmenso durante tantos siglos sin su capacidad para asimilar tantas formas culturales?

La palabra mestizaje está asociada a una conquista concreta: la de América. Los mestizos eran los hijos surgidos de la unión entre un español y una indígena. Con la llegada de los esclavos africanos, la mezcla de sangre dio lugar a otras denominaciones como mulato (hijo entre europeo y negra), castizo (mestizo con blanca), zambo (indio con negra) o jarocho (negro con india).

El mestizaje, sanguíneo o musical, sigue vigente, aunque ahora no necesita una conquista sangrienta previa para producir sus frutos. Muchos grandes artistas, buscando expandir sus horizontes, tienen encuentros en vivo o en un estudio con músicos de otras culturas. El fenómeno de la inmigración también es decisivo en los entornos urbanos, donde muchos jóvenes se juntan en la misma calle a tocar con desconocidos por pura diversión. Afortunadamente, la música sigue siendo un lenguaje universal, y todos somos capaces de emocionarnos, bailar y compartir esa felicidad intangible alrededor de la hoguera ancestral. Me imagino, como sucede en la película "ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE", que si alguna vez contactamos con vida alienígena inteligente, tendremos que comunicarnos a través de la música.






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