martes, 3 de marzo de 2009

Carta bomba




Resulta toda una paradoja, gracias a la perspectiva que da el tiempo, que Agustín desapareciera del programa, y de mi vida, en cuanto acabamos el instituto. Ahora tengo claro que su función en este cuento era la de presentarme a Carlos, con el que sigo manteniendo una buena amistad.

El día que conocí al locutor del VIATGE A SAMARKANDA, había quedado con Agustín en Valencia para que conociera algunas tiendas de discos donde saciar mis ansias. Nos encontramos con Carlos en la estación de Valencia. Yo le saludé imitando la voz del picarón mendigo Barragán: “¿Cómo estamos? Bien, ¿cómo estamos?”. Congeniamos al instante. Nos llevó a su casa y me enseñó su colección de cds y vinilos. ¡Bendito sea Vini Reilly! La baba se me caía por las comisuras, como a un ladrón de tumbas que hubiera encontrado las minas del Rey Salomón. Y Carlos me dijo que me podía llevar lo que quisiera. No creo que ningún niño se haya sentido más ilusionado en la mañana de Reyes como yo lo estuve al escuchar eso.

Pasaron las semanas y los meses. Yo fui grabándome todos los cds que pude de la discoteca de Carlos, y compré algunos compactos y vinilos. Acabé el C.O.U. y, tras aprobar el selectivo, conseguí matricularme en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autónoma de Barcelona (U.A.B.). No me extenderé con detalles sobre cómo fueron mis tiempos universitarios, pues eso forma parte de otra trama que quizá me decida a abordar en alguna ocasión.

Uno de los aspectos más positivos de la experiencia universitaria es que facilita la toma de contacto entre las personas con inquietudes similares. Aunque me costó todo un curso relacionarme verdaderamente con otros alumnos, a partir de segundo inicié algunas amistades que perduran todavía. Sí, también se presentó el romance, pero eso no toca ahora, insisto.

Cuando decimos que la primera impresión es la que cuenta, no sabemos hasta qué punto es eso cierto. Deberíamos hacer más caso de nuestro instinto, porque existe una señal de alarma que se activa cuando algo va mal, aunque no sepamos explicar el qué. De entrada, J.L. no me dio para nada buen feeling. Me transmitía una imagen de brusca prepotencia y eso me hizo guardar las distancias. Pero como era colega de algunos de mis amigos lo toleré en silencio hasta que el destino me preparó un nuevo órdago.

Fue un concierto de Jean-Michel Jarre en el flamante estadio olímpico. Silvia había quedado conmigo y J.L. para el evento, que prometía ser espectacular. Y no nos defraudó: fue un espectáculo de proyecciones, láser, pirotecnia y muuuuuuuuuchos sintetizadores. Los tres nos lo pasamos bomba. Acabamos abrazándonos y saltando como posesos. Por supuesto, me deshice de mis prejuicios hacia él cuando empezamos a hablar de todos esos músicos que conocíamos. Pensé que había una persona que valía la pena tras esa fachada tan bruta. Oh, un pequeño detalle más: me enteré que presentaba un programa, con un estilo musical parecido al de Ramón Trecet, para Ràdio Ciutat de Badalona...

Durante el tercer curso nos hicimos muy amigos. Estuvo en casa de mis padres un par de veces. Fuimos a varios conciertos para los que tenía invitaciones y claro, acabé asistiendo a la emisión en directo de “NUEVA MÚSICA” algún que otro sábado noche. La sintonía del programa era un tema instrumental de Enya, “Watermark”. La primera hora estaba consagrada a glosar las novedades en el panorama de la new age, y la segunda estaba dedicada íntegramente a una figura destacada.




Apurábamos los últimos días del curso. J.L. me dijo que tenía que hacerme una propuesta. Había solicitado una beca Erasmus para el curso siguiente y, finalmente se la habían concedido. En febrero tendría que irse a Londres para pasar allí cuatro meses y ya no podría hacerse cargo del programa, pero pensaba que yo sería un buen sustituto en su ausencia.

Hay regalos que vienen envueltos en deslumbrantes oropeles, pero contienen un payaso que salta con un resorte cuando vamos confiados a abrirlos. Yo ya había bajado la guardia. Me olvidé de la advertencia de mi instinto y me abalancé sobre el paquete, totalmente hipnotizado por los dibujos del papel, el enorme lazo y el sugestivo sonido que producía al agitarlo.

Como ya habréis imaginado, le dije que podría contar conmigo. Incluso fui tan inocente que le confesé que no me cayó bien al principio, aunque los hechos me habían demostrado que estaba equivocado.

No, los hechos me iban a demostrar todo lo contrario.

Los meses siguientes me fui preparando para ser locutor de radio. J.L. lo tenía todo muy bien planeado. Empecé apareciendo como un colaborador esporádico que comentaba con él conciertos y nuevos discos. Más adelante ya era un partenaire fijo. Ese verano, en el Puerto de Sagunto, me encargué de dos horas semanales en una emisora pirata del barrio de Baladre: Radio Liberty. La primera parte, “LA SONRISA”, estaba dedicada al cine. La segunda, “LA LUZ GLAUCA”, a la música de mis amores. Incluso tuve la osadía de hacer un parte de noticias locales entre las dos secciones.

Ya en el otoño, J.L. me animó a pensar en preparar un monográfico para la segunda parte de “NUEVA MÚSICA”. Y yo le propuse hacerlo sobre Klaus Schulze, que era mi Dios por aquel entonces. No os voy a engañar. Disfruté como un enano haciendo aquel programa, y me frotaba las manos pensando en lo que podría hacer cuando lo llevara yo. ¡Dos horas para poner lo que me diera la gana! Y era una emisión con oyentes. Incluso uno llamó para aconsejarme una tienda de discos de importación donde podría encontrar mucha música electrónica alemana de los setenta.



Poco antes de que J.L. se fuera a Londres, acudimos a una tienda de discos donde Ramón Trecet promocionaba un recopilatorio con la música de su programa. Yo le pregunté alguna cosa y, cuando finalizó el evento, uno de los asistentes quiso saber si yo era A.B. No salía de mi asombro. Era un oyente de NUEVA MÚSICA que me había reconocido por la voz. Mi instinto también estaba dormido cuando J.L. me clavó su mirada en la nuca.

Antes de irse de Erasmus, J.L. me explicó detalladamente lo que tendría que hacer. Me copié un listado de discográficas y contactos de su agenda, y me asignó la tarea de llamarlas regularmente para estar al tanto de todas las novedades y para que me asegurara que le enviasen cds a su casa o a la emisora. Yo tendría que ir cada semana a casa de sus padres, en Santa Coloma de Gramenet, para recoger los discos que fuese a necesitar para el programa y devolver los otros. No podía hablar en directo porque se emitía de 12 de la noche a 2 de la madrugada, y no había medio de transporte para ir de Badalona a Cerdanyola. Así que solía quedar el jueves anterior con la técnico de sonido, Patricia, para grabarlo en una cinta de Revox. Como medida de precaución, por si estaba enfermo o sucedía cualquier cosa que me impidiese acudir a la emisora, J.L. había dejado una cinta de video con 4 programas de recurso. Todo estaba listo.

Durante las siguientes semanas fui intensamente feliz preparando y grabando esos programas. Iba y venía a Santa Coloma y Badalona chupándome horas de trenes y metros con alegría. Como había algunos cds que ponía más a menudo, los conservaba conmigo para no andar trajinando más con ellos. Llamaba a las discográficas diciéndoles que sustituía a J.L. durante unos meses, pero que podían seguir enviando los discos a su casa o a la emisora, que yo los recogería. Hubo alguna que se empeñó en pedirme mi dirección para hacérmelos llegar directamente, puesto que era yo quien lo presentaba. Yo ya no les contradije, claro. Pensé que ya lo arreglaría con J.L. cuando regresara.

El resorte del payaso saltó al abrir mi buzón poco antes de Semana Santa.


Esta es la transcripción completa y fiel de la carta. Lamentablemente, las palabras subrayadas no son cosa mía.

Londres, 5 de abril de 1995

Estimado A:

Te escribo la presente por unas informaciones que me han llegado sobre tu labor en “NUEVA MÚSICA”, que me encantaría que fueran falsas. Antes de entrar en materia, te voy a recordar unos cuantos puntos de los acuerdos a los que habíamos llegado antes de mi marcha a Londres. Son puntos básicos y elementales sobre el funcionamiento del programa que quedaron en su momento suficientemente claros:

a) Los nuevos compactos deben llegar a mi casa y quedarse en mi casa (exceptuando obviamente los momentos en que deban salir a la emisora para ser emitidos).
b) Los compactos que lleguen a la emisora van a mi casa.
c) Las direcciones que las discográficas tienen sobre “NUEVA MÚSICA” tienen que seguir siendo las mismas: mi casa y/o la emisora. No puedes dar otro tipo de direcciones que no sean esas.
d) Los compactos que te lleves debes devolverlos sin demora.

Todo esto viene a cuento porque me he enterado de varias cosas que no me han hecho ninguna gracia:

a) Que te llevas los compactos de mi casa durante un tiempo sospechosamente largo. (Michael Nyman “The Piano”)
b) Que te llevas a tu casa los compactos que llegan a la emisora.
c) Que te quedas como si fueran tuyos compactos que me llegan a casa.
d) Y que das a las discográficas tu dirección particular, hecho especialmente grave.

Creo que te dejé bien claro por carta, que todos los compactos que lleguen fruto de tu trabajo deben ser anotados en una lista y quedarse en mi casa, para que, a mi regreso de Londres, lleguemos a un acuerdo de quién se queda los compactos.

También quiero subrayar que el hecho de que des tu dirección a las discográficas es tan grave como intolerable. ¿Qué imagen vamos a dar ante una discográfica cuando se cambia la dirección de envío de los cds cada dos por tres? ¿Crees que una discográfica puede confiar realmente en un programa que trabaja así? ¡Mucho ojo, A, con lo que hacemos!

Vistos los hechos, te pido que de inmediato

a) Devuelvas a mi casa todos los compactos que te has quedado, excepto los que vayas a poner en el programa en esa misma semana.
b) Lleves a mi casa, y no a Cerdanyola, todos los cds que lleguen a la emisora.
c) Lleves a mi casa todos los compactos que han llegado desde que yo me fui a Londres.
d) Llames ahora a todas las discográficas a las que has dado tu dirección y les des la mía o, en caso de que no quieran, la de la emisora; Me da igual la excusa que te inventes, pero quiero que lo hagas ahora.

Hasta el recibo de estas informaciones sobre tu labor en el programa, tenía ya decidido darte un papel relevante en “NUEVA MÚSICA” para cuando retomara el espacio. Cuando hablo de papel relevante, hablo de aparecer en cada programa con protagonismo y poder de decisión. Evidentemente, estoy reconsiderando seriamente eso.

De empeorar las cosas, si no tomas ahora las medidas que te he indicado, desaparecerás del programa para cuando vuelva. A.B. nunca más volverá a existir en “NUEVA MÚSICA”.

Te recuerdo que te he dejado el programa, no te lo he regalado. Aunque no lo parezca, sigo dirigiendo y controlando el programa desde Londres. Si ahora tienes un programa de dos horas semanales en una emisora de Barcelona sin experiencia previa en radio y sin que anteriormente supieras pronunciar dos palabras seguidas delante de un micro es gracias a mí. Te guste o no, el programa me lo he currado yo y, para que te acuerdes, su nombre completo es “NUEVA MÚSICA CON J.L.”. Aunque tú luego le añadas “Soy A.B.”.

¿Queda claro? Pues bien, ahora ya sabes lo que tienes que hacer.

Un saludo


¿Qué hubierais hecho vosotros al recibir esto?

(Continuará)

4 comentarios:

  1. Supongo que la sensación de jarro de agua fria por la cabeza te invadiría hasta el alma.
    ¿Qué hacer con gente insegura que tiene miedo de que le chafes la plana?
    Cuanto más lejos mejor.
    En cualquier caso... arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Decia mi abuela

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  2. En este momento de mi vida creo que acabaría mi suplencia de la mejor forma posible, y cuando él llegase de nuevo que cogiese SU programa, todo enterito para él solito.
    Creo que si lograste mantenérselo bajo unas órdenes tan estrictas el dial siempre tendrá un lugar para ti.
    Lo que esa persona hizo visto desde fuera, no fué darte ningún regalo, ni si quiera te dio una oportunidad de nada, sólo quería alguien que mantuviese su programa en antena, pero que no lo hiciera mejor que él. Que triste que las personas intenten mantener su valia intentando que los demás no muestren la suya.
    Pero creo que hay segunda parte, no?
    Un beso, y sé feliz

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  3. Te acercas mucho a lo que sucede en la tercera parte de este relato (porque esto que has leído tiene un capítulo anterior: "Conte de l'incroyable amour"). Pero no diré más hasta que no aparezca publicada para no echar a perder la intriga.

    Lo más triste es que me he encontrado después a varias personas que han abusado de mi confianza para su propio beneficio... pero con ellas ya no perdí más tiempo ni energía.

    Hay tanta gente que vale la pena en el mundo!

    Besos a todos vosotros!!!!

    Gracias por existir.

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  4. Desgraciadamente hay gente asi. Y mas en el mundo laboral. Yo creo que una vez superado el impacto hay que alejarse de ellos.
    AH
    . y por cierto estoy segura, que tu ya naciste puediendo decir en un programa de radio o donde sea mas de dos palabras seguidas, que digo 2, 200. un besazo

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