martes, 10 de marzo de 2009

Una estrella a su manera

Hace casi dos meses que falleció mi abuelo Emile, pépé, y ya va siendo hora que os hable más largamente sobre mi abuela Thérese, mémée. Ella siempre ha preferido colocarse en un segundo plano. Con su proverbial discreción, su trabajada complicidad, su risueño carácter y su corazón descomunal, ha acompañado a su marido cediéndole todo el protagonismo. Pépé llevaba ya muchos años sobrellevando el peso de una enfermedad ferozmente degenerativa: la poliartritis reumatoide. Sus brazos se hincharon y retorcieron; sus piernas dejaron de sostenerle; y sólo una portentosa intervención quirúrgica le salvó de perder la vista.

Thérese cuidó de su esposo con devoción en sus últimos años. Cocinaba y se ocupaba de la casa; hacía las compras; atendía el teléfono, pues pépé no podía sostener el auricular; y supervisaba que todo estuviera en orden para cumplir los rituales diarios de las comidas y las pastillas; troceaba la carne y el pan; untaba las migas con mermelada o crema de chocolate; y lo ayudaba a limpiarse cuando iba al baño. Pero mi abuelo cada vez requería de más atenciones y, aunque contaban con la ayuda de asistentes sociales que acudían cada mañana y de sus hijas Chantal y Bernadette que solían venir por la tarde, mi abuela estaba agotada. En sus últimos meses, pépé pedía ir al baño cada dos horas, y por la noche nadie podía asistir a mémée.

El médico que, periódicamente, vigilaba la salud de mis abuelos, notó que mi abuela tenía problemas para respirar. Le dijo que sería conveniente hacerse una radiografía para ver si había algún problema en los pulmones, puesto que comprobó que el problema no remitía. Mémée siempre le dio largas. Le decía que no era grave, que el que estaba realmente mal era su marido y que no quería ir a un hospital si no era realmente necesario.

Unos días después del funeral de pépé, el doctor volvió a proponerle a mi abuela que pasara por los rayos x. Esta vez ya no sé negó. Chantal y Bernadette acompañaron a su madre al hospital de Chatellerault. Mientras esperaban el resultado de la prueba, mémée soltó la bomba. Les dijo que en la radiografía iba a aparecer un tumor en el pecho y que lo sabía desde hace cinco años.

No quiso hacerse la radiografía ni se quejó sobre ello, pese a que dos de sus hermanos murieron de cáncer pocos meses antes. Ella sabía que si comenzaba a tratarse, tendría que dejar su casa y a su marido, que habría acabado en una residencia donde se habría dejado morir de tristeza. Así que le regaló a su esposo un final digno a su lado; y permitió que toda la familia disfrutara de ambos como siempre lo había hecho.

Cuando el médico comprobó que se trataba de un cáncer de mama, le rogó a mi abuela que se dejara operar. Incluso llegó a suplicarle de rodillas: “Madame Guidault quiero que esto lo haga por usted”. Mi abuela accedió.

Ayer le extirparon el pecho enfermo. Ahora se recupera en un hospital de Poitiers, a la espera de las analíticas que dictarán si más adelante ha de comenzar la quimioterapia o no será necesaria.

Desde aquí le mando un beso enorme y las mejores energías para que su sonrisa vuelva a iluminar la cocina de Chorée. Ella se ha ganado todo lo mejor. Es todo un privilegio haberla conocido y un tremendo orgullo ser su nieto. Su ejemplo de amor me deja totalmente desarmado y boquiabierto. Me quito el sombrero.

Je t’aime beaucoup, mémée.


5 comentarios:

  1. Joder con memée.
    Sin comentarios.

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  2. Una heroe anonima de su propia leyenda personal...no hay mucho más que decir, mi más sincero apoyo para ella, toda la luz sanadora y bendita del universo para que sane pronto...BEsos

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  3. Eso es amor de verdad, " hechos son amores y no buenas razones". Un gran amor y una gran mujer.Mis respetos y mis deseos de que se encuentre bien lo antes posible.

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  4. Recuerdo haberle cantado esa canción en las bodas de plata. Siempre será un ejemplo a seguir por su integridad y dedicación. Siempre estará en nuestros corazones y seguro que tiene asignada una estrella para alumbrarnos en las noches de desvelo. Que su palpitar nos acompañe ahora y siempre.

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  5. Sí, Melvin, la elección de ese tema de Cabrel no es fortuita. Va por ti también.

    Un beso fraternal.

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